Como psicóloga, Desde el inicio de la pandemia, me ha tocado observar un aumento sustancial en patologías de salud mental que si bien antes estaban presentes, no eran tan marcadas como hoy, esto ocurre debido al cambio de vida que hemos tenido que enfrentar, generando distancia, agobio por el encierro y en algunos casos temor al contagio, volviéndose común escuchar a las personas expresiones tales como – “Estoy estresado”, “ya no puedo más”, “siento algo que no puedo reconocer”, “ya no tengo energías para continuar”-, todo aquello en su momento puede nublar tu vista, Pero es parte de un proceso que ha dejado heridas emocionales y marcas en la población, sobre todo en la primera infancia y en los adultos mayores; los primeros se vieron afectados debido a que muchos estaban iniciando con la socialización secundaria mientras, que otros nacieron en medio de este proceso. Bajo esta premisa es necesario destacar que se generó un retroceso en muchos de ellos, no solo a nivel emocional si no también afectando áreas del desarrollo como el habla o aprendizaje por imitación de sus pares, otros, quienes habían iniciado ya su escolarización, se vieron enfrentados a un rotundo cambio al tener que enfrentar una nueva forma virtual de comunicación, reemplazando clases presenciales y el contacto con sus compañeros por una relación que se acotaba solo a estar frente a una pantalla, situación que generó inseguridades y miedos, que según lo reportado por algunos padres, eran etapas ya superadas por sus hijos. Por otro lado, refieren también que aquello pudo ser la constante y la causa de que los niños y niñas se volviesen poco empáticos, sin preocuparse en los sentimientos de un otro, encerrados en una realidad en la que solo importa su punto de vista. A pesar que muchas madres o padres trabajaron en que ellos continuaran mejorando y creciendo emocionalmente, queda demostrado que se vuelve necesario el contacto y vivencia in situ, para el desarrollo de habilidades sociales.
En relación a la población mayor de 65 años he observado que ha sido complicado el poder adaptarse a los nuevos estándares de vida, dado que al igual que los niños, el socializar los mantiene activos y emocionalmente estables, por otro lado la forma en que se mantuvo la comunicación en tiempos de encierro, no era accesible a todos, dado que muchos de ellos no lograron familiarizarse con la tecnología, salvo las llamadas telefónicas , las cuales no les permitía poder ver a sus seres amados, para acortar las distancias, con la ilusión de poder reunirse nuevamente con su familia, agudizando un profundo sentimiento de abandono. Es importante recalcar que la depresión durante “los llamados años dorados” puede ser causal de inestabilidad e incremento de enfermedades físicas y emocionales, a tal punto de llegar consumirlos y apagarlos por completo.
También es importante mencionar, que el nivel de vida en relación a lo económico se vio afectado, causando dificultades e inestabilidad a nivel familiar, Muchas madres o padres se tuvieron que enfrentar a un profundo estrés para poder continuar con sus vidas; los puestos de trabajo disminuyeren y otros perdieron su fuente de ingreso lo que desestabilizó el bienestar de la mayoría de los chilenos, entendiendo también la inestabilidad que los cambios políticos ha generado a nivel país, lo que ha que además a sumado un ingrediente extra para el aumento de los trastornos emocionales. Sin embargo y a pesar de lo evidente, fue complicado aceptarlo, pero como es sabido todo tiene un punto de inflexión y es aquí donde muchos tuvieron que detenerse y escucharse, entendiendo que aquello era una señal que su mente y cuerpo estaba enviando con gritos de auxilio y a la vez de esperanza, pues también se ponía ante sus ojos la solución, y aunque a pesar que solemos poner resistencias para aceptar lo que realmente estamos experimentando, más aun cuando nos damos cuenta que no podemos solos, por lo que la ayuda de un profesional de la salud mental o terapeuta, se volvió una de las pocas salidas de aquellos días obscuros.
Es realmente necesario contar con un apoyo guía en tu proceso, para regresar a la calma y a la salud mental que tanto necesitas. Desde la psicología podemos ayudarte a ordenar todas tus emociones e ideas, enseñándote herramientas para que puedas lograr manejar estas emociones y sentimientos desbordantes que muchas veces no sabes cómo controlar y que terminan desencadenando diversas crisis y/o trastornos emocionales
La terapia y la labor del terapeuta, es ayudar a reconocer aquello que puede no ser consciente, aquello que de alguna forma nos impide seguir, pero que a simple vista no es evidente, ¿Cuántas veces has sentido opresión en el pecho o emociones que no sabes de donde provienen? Justo ese es el punto, con el pasar del tiempo esto comienza a generar ruido mental a tal punto que, si no es atendido, puede desencadenar en un trastorno emocional; no permitas que esto ocurra, actualmente existen distintos tipos de terapias y profesionales de la salud mental con diferentes enfoques pudiendo elegir el que más se acomode para tu caso. Es importante mencionar también que hoy se ha logrado entender el bienestar como un todo pues si se trabaja desde la búsqueda del equilibrio entre mente cuerpo y alma se logran resultados duraderos obtenidos a corto plazo, como dijo Antoine-Laurent Lavoisier, “La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”. Bajo esta premisa se logra entender que la energía está en ti y por ende tienes la capacidad para mejorar aquellos aspectos de tu vida que pueden parecer caóticos (recuerda que muchas veces el caos es el inicio de la solución), los cuales con un guía y un plan profesional de contención adecuada pueden transformar aquello dejando fluir todo lo que de cierta forma te está estancando y llevarte a una vida plena.
¿Y tú, deseas este cambio?
Autor: Psicóloga Victoria Valdés Norambuena
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